Bienvenidos al blog de 6ºC del colegio Pablo Ruiz Picasso. En este espacio aprenderemos de una forma más divertida y estaremos al día de nuestras tareas y actividades.
"Dímelo y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo".
Benjamín Franklin.

martes, 18 de marzo de 2014


                                               OTRA CENICIENTA

     En este cuento no nos situaremos en la gran casa de la madrastra, sino en la de al lado...
     Allí vivía la prima de Cenicienta, llamada Fulgencia. Su aspecto no era muy agradable, aunque hacía parecer que era una persona de confianza, y por ello, Cenicienta gustaba en confiarle sus secretos.

     Así, un día le contó que un hada madrina se le había aparecido mientras ella limpiaba. Le dijo que podría asistir al baile del que tanto hablaban sus hermanastras, en el palacio real,siempre que no pasara de las doce de la noche. Esa sería la hora en la que desaparecería toda la magia, es decir: su vestido, su carroza y hasta los cocheros volverían a ser pequeños ratoncitos.

    Al oír esto, Fulgencia quedó estupefacta. Ésta le tenía mucha envidia a Cenicienta porque ella era guapa, bondadosa, servicial...y sin embargo, ése, no era su caso. 
 
    La tarde antes del baile hizo una pócima para convertirse físicamente en su prima, así como una tarta de manzana envenenada que haría que Cenicienta se desmayara. En la pócima echó: ojos de sapo, alas de mosca, calcetines sucios, cera de los oídos de un ogro verde, un poco de agua y sal para condimentar al gusto. Después la dejó reposar todo el día...

    A media noche cogió su capa y se dirigió a la casa de al lado, es decir donde estaba Cenicienta. Fue al cuarto de su prima y sigilosamente cambió el pequeño trozo de tarta que le habían dado.

    A la mañana siguiente Fulgencia esperó pacientemente tras la ventana, para que en el momento oportuno entrara y escondiera, en un armario, a la desmayada Cenicienta.

    Llegó el momento en el que su prima tomó la tarta, cayó redonda al suelo, entró, la escondió y se fue.

    Nadie se dio cuenta de que Cenicienta faltaba, ya que no le hacían caso. Fulgencia volvió a su casa, se tomó la pócima que anteriormente había preparado y... ¡PLAF! Fulgencia era Cenicienta.

    Se dirigió al evento y allí bailó con el príncipe y fue la envidia de sus supuestas hermanastras. Al sonar las doce en el reloj, salió corriendo. Por las escaleras empezó a volver a ser ella. Los guantes empezaron a hacerse grandes, por que sus verdaderas manos así lo eran. Uno de ellos saltó, y cayó en el tercer escalón. El príncipe lo recogió y lo guardó...

    Pasados unos días, éste ordenó a sus sirvientes que buscaran a la doncella que le estuviera bien, que se casaría con ella.

    Al llegar a casa de Fulgencia vieron que era a la única que le cabía. Los sirvientes salieron corriendo hacía el palacio y allí contaron lo sucedido.         

     Finalmente el príncipe decidió emprender un largo viaje..., para no tener que casarse con la horrenda Fulgencia.
FIN

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